jueves, 6 de octubre de 2011

Los Mapuches

  Los Mapuches o Araucanos (termino definido por los españoles) son un pueblo originario que habita en el sur de Chile y suroeste de Argentina; a la llegada de los españoles estos vivían entre el río Itata, Valle del Aconcagua, y el río Toltèn, actual territorio chileno.


   Los Mapuches estaban bajo el dominio del Imperio Inca, pero otros, que vivían independientemente en el territorio  al sur del río Biobìo, se opusieron y se genero un conflicto lo que llevo a una guerra. Es allí donde se muestra la gran capacidad que tenían para el dominio del caballo, lo cual fue un factor importante para el desarrollo de su cultura. Ya para los siglos XVII y XIX los mapuches se expandieron hacia al este de la
Cordillera de los Andes lo que significo un cambio brusco y una aculturación de otros grupos cazadores.


   Su principal actividad productiva, desde sus comienzos y sigue siendo,es la caza, la pesca y la  recolección de diversos frutos como por ejemplo piñon, una fruta que es muy utilizada para hacer comidas y bebidas (mudai).
Podemos decir que sus fiestas, que se celebran una vez al año, son rituales religiosos o rogativas las cuales son agradecimientos a la tierra, a la agricultura, a su Dios más importante, las familias, al clima, entre otras.


   Actualmente el pueblo Mapuche continua reclamando su territorio, que fue sometido al dominio de Chile y Argentina a fines del siglo pasado, y estando mucho más dispersos y sometidos a la modernidad de nuestros días, conservan gran parte de sus tradiciones y nombres.


   También han surgido actividades a nivel internacional en un intento por recuperar parte de la cultura y territorio perdido; es así como se han llevado ha cabo encuentros en varias ciudades europeas y han logrado implementar la educación bilingüe en varias regiones del lo que fuera su territorio.



                                                  Situación de una comunidad Mapuche


Mapuches a principios del siglo XX
 

domingo, 2 de octubre de 2011

Los Tobas


    Los "tobas" pertenecen a un gran grupo de pueblos indígenas denominados "guaycurúes". Originalmente habitaban una extensa región del Norte argentino: la zona conocida como "Chaco", término que en lengua aymará quiere decir "lugar de cacería". Además de la provincia que lleva ese nombre, la región chaqueña abarca total o parcialmente otras cuatro provincias argentinas (Santa Fe, Santiago del Estero, Salta y Formosa), y se extiende hacia el vecino Paraguay. En los orígenes, el Chaco estaba cubierto por inmensos bosques de especies vegetales muy valiosas, como el "quebracho".

   Los tobas eran un grupo nómade, que como tal vivía de la caza, la pesca y la recolección; si bien, por irradiación desde la región andina, habían adoptado algunos elementos culturales más avanzados, tales como la cerámica, el tejido con fibras vegetales y la cestería.

  En la actualidad la mayoría vive en el monte sin ser propietarios de las tierras que ocupan, salvo por unos pocos que tienen títulos, pero ya no es el monte rico y sin límites de la antigüedad. Constituyen comunidades rurales o urbanas con sus líderes tradicionales o comisiones vecinales, asociaciones comunitarias, cuyos miembros son elegidos por la comunidad. En la provincia del Chaco participan, junto a los campesinos, en la Unión de Pequeños Productores Chaqueños, y mediante ésta también se tiene presencia en una organización a nivel regional. En tres de las provincias donde habitan hay leyes aborígenes sancionadas: Chaco, Formosa y Salta. Cultivan pequeñas parcelas (algodón, maíz, mandioca, porotos) son peones temporarios en los algodonales, obrajes, aserraderos, hornos de ladrillos y carbón o empleados municipales en los pueblos. Ocasionalmente cazan, pescan y recolectan frutos y miel silvestre si las condiciones lo permiten. La infraestructura sanitaria de los asentamientos es prácticamente nula; tal situación se ve agravada por la falta de profesionales "que entiendan" sobre las peculiaridades de su cultura, lo que provoca continuos choques y fricciones. En Formosa se calculaba, hacia fines de 1993, que un 45% de la población aborigen (de la cual los  tobas son un 30 %) se encontraba afectada por tuberculosis pulmonar y un 35% de sífilis o venéreas, siendo numerosos los casos en que la misma persona sufra de las dos enfermedades al mismo tiempo). También se registran casos de Chagas, parasitosis y anemia. El Chamanismo toba, a cargo de los llamados piogonak, sigue vigente, y es tan fuerte su presencia como pocos son los médicos y o enfermeros que llegan hasta las comunidades. En cuanto a la educación escolar, el porcentaje de ausentismo y deserción es elevado, pudiendo mencionarse entre las causas principales las migraciones estacionales, la falta de escuelas bilingües y los programas no adaptados a la realidad aborigen.

  Observando videos, leyendo reclamos en periódicos y artículos en Internet tomamos conciencia de que los tobas se encuentran en una emergencia sanitaria. Por esta razón nuestro objetivo es analizar cómo llegaron los tobas a la situación de indefensión en la que se encuentran, cuáles son las posibles causas y el grado de gravedad que reviste dicha emergencia.
 
   Según el artículo publicado por el diario Norte del 1 de septiembre del 2007 el defensor del pueblo realizo una denuncia ante la Corte Nacional y Provincial de Justicia declarando a los tobas en un estado de emergencia humanitaria debido a la falta de comida, agua potable (el agua de la zona está contaminada con arsénico), enfermedades como la tuberculosis, mal de Chagas, niños que nacen con bajo peso y la muerte de 12 indígenas por desnutrición.

   El defensor del pueblo de la nación expresó en dicho artículo: “…Las personas mayores de estas comunidades prácticamente están a la espera de la muerte. Esto es una violación flagrante al derecho humano básico que es el derecho a la vida, que no sólo está protegido por nuestra Constitución, sino también por los protocolos de derechos humanos internacionales a los que nuestro país adhirió haciéndolos parte de nuestra Constitución…”

  A esta denuncia no se le prestó la debida atención porque en un artículo de marzo del 2010 (perfil.com, sección sociedad, artículo “los tobas denuncian que los dejan morir…”) se relata cómo una médica que reconoció la emergencia sanitaria en el impenetrable fue cesanteada y los indígenas cortaron la ruta 3. La médica Selva Añasco denunció que durante mucho tiempo fue amenazada para que ocultara las muertes de los tobas.

  Asimismo Rolando Núñez, director de Centro de Estudios e Investigación Social Nelson Mandela, comentó a Diarios y Noticias que "la situación en El Impenetrable es muy compleja porque viene de años de segregación y discriminación contra las comunidades aborígenes".

   Por esta razón creemos que la única forma de evaluar correctamente el estado actual de los tobas es teniendo en cuenta el proceso histórico que soportaron.

   A partir de 1880 comenzó la ocupación sistemática de los territorios indígenas por parte del Gobierno Nacional. En el Chaco esta campaña se extendió hasta 1919, año en que se produjo el último gran enfrentamiento entre grupos guaycurúes y el ejército. Los fusiles a repetición y, sobre todo, el alcohol diezmaron a los indígenas. Sus territorios ancestrales de caza se convirtieron en inmensos latifundios dedicados, en primer término, a la explotación maderera. Compañías como 'La Forestal' realizaron una explotación intensiva del quebracho colorado, utilizaron la madera para la construcción del ferrocarril y el tanino para el curtido de los cueros. Llegaron a abarcar más de dos millones de hectáreas. Cuando se retiraron dejaron desprotegidos a miles de obreros. Otra empresa capitalista importante fue 'Las Palmas'. En 1911 tenía: 100.000 ha, un ingenio azucarero que producía 500 toneladas de caña por día, fábrica de tanino, destilería de alcohol que producía 2000 litros  por día, aserradero, usina eléctrica, talleres de reparaciones, puerto sobre el río Paraguay, etc.

  En el año 1911 fue fundada La Reducción de Napalpí (significa 'cementerio' porque allí enterraban a sus muertos). Tenía una superficie de 8 leguas cuadradas a la altura del km 142 en la línea del ferrocarril del Chaco. Se autofinanciaba con la venta de algodón que producían los indígenas (tobas, pilagás, abipones y mocovíes). En el año 1924 el gobierno quiso ampliar su área de cultivo, dando tierras a los extranjeros y criollos y concentrar a los aborígenes en reservas. Los indígenas se niegan a entregar sus cosechas, los tobas se resistieron pero fueron masacrados.

   Fue con la orientación de la región chaqueña hacia la producción algodonera, cuando tuvieron mejores posibilidades de subsistencia. Una vez al año participaban masivamente en la cosecha de algodón, lo que les permitía hacerse con una buena suma de dinero en efectivo. Cuando las cosechas fracasaban o como en el caso de las inundaciones de 1982, al no tener alternativas de subsistencia, emigraban al sur. El gobierno lejos de asistirlos, porque esto implicaría otorgarles tierras los alentó a emigrar. En la década del `90 la situación empeora porque a partir de las políticas neoliberales y la integración en el Mercosur se importan desde Brasil maquinarias que suplantan la mano de obra barata de los tobas haciéndolos totalmente prescindibles. Sería una tarea interminable la de describir todas las violencias, atropellos y engaños que utilizaron los terratenientes chaqueños a fin de librarse de los tobas, cuyas tierras usurpaban y que hasta entonces los habían enriquecido. Todo esto, por supuesto, justificado ideológicamente en el más crudo e inconfesado racismo.  

  En pleno auge del modelo sojero, que sólo es sostenible por arriba de las 500 hectáreas era impensable devolverle tierras a los indígenas, pero se fue más allá, porque se siguió desforestando, desalojando a los pueblos originarios y como la soja requiere poca mano de obra en comparación con otros cultivos genera pérdida de puestos de trabajo. Además se utilizan agrotóxicos como herbicidas que son sumamente perjudiciales para la salud. Con el consentimiento del gobierno mientras los que realizaban los agronegocios se enriquecían, las comunidades tobas se iban sumergiendo en la miseria. Fueron cercados por el hambre, y la única salida que se les ofreció fue la de la emigración. Si algún día llega a escribirse la historia de los indios del Chaco, los años que van de 1990 a 1995 serán llamados los del "Gran Éxodo" hacia el Sur. Principalmente a Rosario, Quilmes y también hay una comunidad toba en La Plata.

La desnutrición avanzada se ensaña con los ancianos y los niños. Los tobas se están muriendo. Una simple infección, como por ejemplo una otitis, perfectamente curable puede ser la causante de la muerte en las condiciones infrahumanas a las que se los está condenando a vivir. Los intereses económicos de los poderosos se están cobrando vidas humanas.

   Paradójicamente existen leyes que los protegen y no se están cumpliendo. En la última reforma laboral llevada a cabo en el 2007, se incluyeron nuevos derechos a los pueblos originarios en el artículo 75, inciso 17: “…Corresponde al Congreso reconocer la preexistencia de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad, y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones… “

  Se puede ver muy claramente que esta reforma no está siendo respetada. Un ejemplo, son los artículos del diario La Nación, de la sección El País, de los días 12 y 19 de mayo de este mismo año, titulados “Queremos igualdad de trato” y “Hacia un Estado plurinacional”. En estos mismos, comentan que varias comunidades aborígenes del centro y norte del país, entre ellas kollas, guaraníes, mapuches, diaguitas y qom-tobas, encabezarían una marcha en tres columnas (desde Misiones, La Quiaca y Mendoza), hacia plaza de Mayo, reclamando para que se restituyan a los pueblos originarios “tierras aptas y suficientes en manos del Estado” (por ejemplo en manos del Ejército, de universidades o de Parques Nacionales), que se otorguen títulos de propiedad de los territorios comunitarios indígenas y que se cumpla con la ley de relevamiento territorial aprobada hace cuatro años. El reconocimiento oficial de las lenguas indígenas, para que se enseñen en los colegios, la creación de universidades y centros de estudios propios. Proponen que el feriado oficial del 12 de octubre sea eliminado, para su reemplazo por las fechas sagradas de las comunidades. También  protección para los glaciares, que se promueva la creación de un Tribunal de Justicia Climática y Ambiental que ponga el cuidado del medio ambiente “por encima del Código de Minería, de la destrucción de los desmontes y el avance de la industria sojera” y que se derogue el Código de Minería vigente, y la creación de un fondo para el desarrollo de las comunidades.

   A modo de conclusión, podemos decir que los tobas son personas, que conforman  una comunidad, y  que por lo tanto tienen derechos al igual que todos. Son parte de los pueblos originarios, a los que debemos el respeto y reconocimiento que en la época de la conquista y colonización del territorio no se les tuvieron. Tanto a su cultura como a su derecho a la existencia que aunque parezca mentira no se les está respetando. El derecho a la vida, a la alimentación, a la educación, a la salud, a un lugar propio, etc. Estos mismos deben ser garantizados por el Estado ya que es el responsable de resguardar a todos los argentinos, más allá de su etnia, cosa que no se hace. Pensamos que a pesar de que ahora podemos tomar conciencia y reconocer las históricas conductas etnocéntricas que llevaron a los tobas a su situación actual, no se están tomando las medidas correspondientes. En lugar de privilegiar los intereses económicos de los productores, para que sigan enriqueciéndose cada vez más, el Estado debería garantizar la posesión de las tierras aptas que les corresponden, por derecho histórico y desde la última reforma, por derecho constitucional.

   Los tobas al igual que muchos de los pueblos originarios, intentan sobrevivir en condiciones infrahumanas debido a decisiones tomadas por terceros siguiendo intereses hegemónicos, que siempre benefician a los mismos pocos. Si esta situación continua, los próximos acontecimientos podrían ser catastróficos, incluyendo la desaparición de la comunidad toba en su conjunto, o  podría extenderse la ya acontecida exclusión y desinterés por parte de la sociedad.