martes, 22 de noviembre de 2011

Los Diaguitas o Calchaquies

Habitaban la región argentina de los valles y quebradas del noroeste del país. Aunque hablaban el mismo idioma, estaban integrados por parcialidades como los pulares, luracataos, chicoanas, tolobones, yocaviles, quilmes, tafís y hualfines, entre otros.

Varias de las costumbres originales de estos pueblos, se modificaron con la llegada de los incas, desde el Perú. La influencia de esta poderosa cultura en la zona se distingue en la arquitectura, la decoración y en la construcción de caminos, que unían la región con el norte.

Subsistían a partir de la cría llamas y recolección de frutos como la algarroba y el chañar, cazaban eventualmente y –al igual que sus vecinos del norte, los atacameños–, habían logrado un importante desarrollo en la cerámica y el manejo de metales.

Se organizaban bajo el control de un jefe que dominaba a varios grupos en tanto que, en cuanto a su faz religiosa, veneraban al sol, al trueno y al relámpago, y fundamentalmente, a la tierra, a través del culto a la Pachamama, que aún perdura en sus descendientes.

Actualmente, los descendientes de estos pueblos, habitan en gran parte del noroeste argentino, manteniendo aún ciertas costumbres de sus ancestros, como el culto a la Pachamama, la madre tierra dadora de vida.

Durante el mes de agosto –desde el 1°– se suceden las ceremonias de ofrenda: la gente cava un hoyo en la tierra de sus casas en el que deposita las ofrendas a medianoche: comida, hojas de coca, cigarrillos encendidos y lana de alpaca, entre otros elementos.

Durante la noche se agradece a la Pachamama a través de oraciones y cantos, generalmente en quichua, para finalmente tapar el foso con una piedra sobre la cual se romperá una botella de vino o un recipiente con chicha, bebida fermentada típica de la zona.

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